DOMINUS

Es un hecho que no sé hablar de mi trabajo en Fotografía de manera explícita.

A partir de esta carencia sólo puedo dar algunas luces, parpadeos de una búsqueda inconclusa, siempre incompleta…

Desde la fotografía coloreada e intervenida a mano, hasta las capas digitales de diversos programas, los frames de las “pelis caseras” y las imágenes ajenas, todo, se mezcla en una mixtura que “me habla”, me interpela, para dar curso a una chorrera de imágenes en cascada que conforman mi domus, mi casa de puta personal, multimedia o como se llame.

En el territorio excéntrico de la Araucanía donde residí por 7 años y donde de algún modo resido aún, aprendí, entre otras cosas, a vivir la subrepticia dominación nacional. Mi ruka, mi domus, como la de la inmensa mayoría de los periféricos, se sitúa lejos, por no decir fuera de la DOMUS NACIONAL, fuera de la metrópolis y su “musiquilla de pobres esferas”.

Mi domicilio está en el corazón de un cierto Chile profundo, un Chile reducido a su mínima expresión, limitado a su puro territorio, a su bello desamparo…

Un Chile Impostado por los Domini, los señores dueños de este Estado-Nación y su mala costumbre de usar lo mapuche, lo aborigen, lo originario, como un vestido de gala (vestirse con ropaje ajeno) para hacer alarde de una gallardía, una bravura, etc., que no se tiene y que sólo sirve de cortina de humo para encubrir el desprecio profundo y real que lo chileno, el ente chileno, tiene por lo propio que es ante todo lo indígena…

“Nosotros no somos ni queremos ser los indígenas de chile… nosotros somos mapuche…” nos reitera desde youtube el joven mártir Matías Catrileo aludiendo a la folclorización utilitarista de su pueblo…

La palabra “domus” está íntimamente ligada al “dominus”, es decir al “señor” que en ella habita y ejerce dominio; mientras que la palabra “casa” está asociada al que no sólo no tiene dónde ejercer su dominio, sino que está sometido a él. Pasando a la derivación, nos encontramos con que, así como de “domus” proceden “domar”, “domesticar”, “dominar”, “dómine”, términos todos ellos relativos a la dominación, y sólo muy tardíamente el término culto “domicilio” y sus derivados. De “casa” proceden “casar” y sus derivados.

Para situar el proceso que aquí presento, comenzaré por decir que es la primera vez que trabajo junto a otro artista visual en un proyecto común. Acepté la invitación de Jorge a experimentar e integrar sonido e imagen (Proyecto de Excelencia en Artes Integradas del Fondart Nacional) con la idea de compartir nuestras experiencias y búsquedas artísticas, dando cuenta de esa integración en una obra múltiple, capaz de sobreponerse a lo puramente tecnológico o multimedia… [..// palabrita que me resulta muy antipática ésta/.. que poco o nada contiene de lo que realmente es].

De tal forma, me enfrasqué en la ínterconectividad ,la videocreación y demases, para tratar de encontrar el sentido de esta “nueva” dualidad sonido/imagen… sonido de la imagen/ imagen del sonido; sonido solo/imagen sola, fija o en movimiento…

En un comienzo me preocupaba que de algún modo existieran relaciones y coincidencias explícitas en nuestros trabajos, que dieran cuanta de un encuentro, de una integración.. Sin embargo, en el transcurso de estos dos años de experimentaciones, fugas y delirios, me di cuenta que era necesario que las incongruencias y los deslindes aparecieran tal cual, como son. Lo que se integra y lo que se desintegra. ¿Qué quiere decir realmente Artes Integradas?… ¿Asimilación? ¿Integración? ¿Integrar o desintegrar? -me lo he preguntado a lo largo de estos dos años de proceso-.

Desde hace algún tiempo, vengo “deshaciéndome” de la fotografía (o ella ha venido deshaciéndose de mí..). Percibo una ruptura personal, un divorcio con la imagen mural, la foto colgada, enmarcada, fija. Y en este trabajo particularmente, me entrego al flujo de la fugacidad de lo visible. Creo dar paso a la escucha de lo invisible y recóndito que hay en las imágenes…

Escucho paisajes, voces, músicas, ruegos, lamentos, en las tarjetas postales de ona y mapuche, en los documentos reproducidos y enlazados, en las fotos tramadas o borradas de los álbumes de familia, en la fiesta de San Sebastián de Puerto Saavedra que resume la tristeza de la domus local de la Araucanía y el olvido persistente de los domini (señores) que quedan estampados en el cúmulo de cenizas donde se proyecta tanto la imagen como el sonido de su intemperie.


Leonora Vicuña N.
Puerto Peral, Carahue 2008.



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